Durante una comida con amigas, una de ellas comentó de pronto que había ido a hacer testamento. (Igual estás hablando de ropa, que de trabajo o comida japonesa, que de testamentos).
—Si me pasa algo a mí, —decía— todo lo mío pasará a Fulanito. Si nos pasa algo a los dos, pasará a mi hijo. Y si nos pasa a todos…
Una de ellas no había querido contemplar esta última posibilidad. Pero sí las dos anteriores.
Reconozco que no es un sendero que quiera recorrer. Que me vuelvo diminuta cuando se trata de algo relacionado con dejar este mundo. Sé que es infantil. Y un empeño sin futuro. Pero cada una es como es.
No sé si estoy esperando a entenderla. Desconozco si hay algo que comprender. Porque sé que si es de repente, como ocurre la mayoría de las veces, no tendré tiempo para despedidas, reflexiones o pensamientos.
Me iré con lo puesto. Y con lo vivido. Con los sueños en los bolsillos, y con la ilusión de, quizás, haber conseguido más cosas de las que logré.
Es curioso cómo asumimos nuestra vida como un recorrido, con un inicio y una meta. Y esperamos esa meta como si se tratara de encontrar una vasija llena de monedas al final de un arco iris.
Creo que no hay una sola meta. Que vamos creando y superando hitos a lo largo de la vida. Pequeños y grandes propósitos, ilusiones que vamos cumpliendo, sueños que se hacen realidad. Proyectos que vamos dejando por el camino.
Pienso además que la intensidad no tiene por qué corresponder con la longevidad. Que hay vidas intensas muy cortas y muy grandes, que toda vida es especial. Que muchas veces esperamos que venga la etapa siguiente -como si la vida esperara-, cuando el milagro es vivir este presente.
Hagamos testamento o no, dejemos o no nuestras cosas arregladas en caso de algún imprevisto, creo que lo mejor es saborear esas metas, esos pases por encima del aro. Y celebrar siempre. Cada paso.
No sea que nos pille sin haber bailado y reído lo suficiente.
No sea que nos la encontremos al volver la esquina.
Pd. Feliz semana.
La vida es una pura casualidad. Publicas este post en una semana en la que, precisamente, he despedido a un familiar cercano que se ha ido demasiado pronto. Y también, sin avisar. Apenas dos semanas antes estaba disfrutando de la vida en una celebración familiar. La enseñanza es siempre la misma: vivamos el presente. Rara vez lo aprendemos.
Y en cuanto al testamento, como experto te lo digo: hazlo. Ahorras problemas y trámites a quienes se quedan aquí, que ya bastante jod**s se quedan con la situación para, además, tener que arreglar papeles muy incómodos.
En fin. Gracias por escribir.
Ese arcoíris lo dice todo, Isabel. Me gusta mucho tu idea de vivir. Sabes? No es que no me quiera ir, si no que mi momento no ha llegado y creo que aún soy útil aquí ☺️. Así que voy a tratar de vivir un poco más como dices. Riendo y compartiendo momentos con los que más quiero y dejar un poquito para esas personas que también me mueven por dentro.
Gracias hermosa mía ☺️☺️
Un abrazo fuerte