Las olas rompen en la orilla, infinitas, interminables, en una cadencia arrítmica.
Cuántas vidas ha acompañado el mar, cuántos amores, cuántas risas, cuántos sueños, cuántos deseos… no solo en las noches de San Juan.
La mar, testigo de nuestro devenir.
Ahí está. Acogedora, calmada en los días tranquilos, refrescante en los días tórridos, juguetona en los días revueltos. Feroz y altiva cuando se enfada.
Mar que nos acompaña en las tardes tristes. Que nos arropa en los malos momentos. Testigo mudo de rupturas, de soledades, de incomprensiones y lamentos. Mar que abriga, que tiende la mano. Mar como el escenario perfecto de momentos especiales.
Mar que arrastra malas vibraciones y trae promesas de verano y diversión, con olas que provocan gritos de entusiasmo, saltos de alegría y chillidos de sorpresa. Mar que arrastra pequeños tesoros.
Mar que ruge con otra voz en diferentes latitudes. Mar como barrera ante un sueño. Mar infinito.
Mar de primeros pasos y de primer baño. De primeros gorgojos, de sal que sorprende en la piel recién estrenada. Mar que lame los desvencijados castillos de arena y llena enormes y pequeñas piscinas excavadas en la orilla.
Mar que acompaña a los intrépidos durante todo el año. Que hace volar tablas y embarcaciones. Mar que baila al ritmo del viento.
Mar que asociamos a distintos instantes de nuestra vida. A momentos de infancia, como esas salidas familiares con bocata de tortilla y nevera de plástico. A carreras para saltar la primera ola; a caricias de agua cristalina, a escondite para los primeros roces, a lugares por descubrir, a escapadas con sabor a sal y piel caliente.
Siempre el mar, con su aroma especial, con su cadencia, con una presencia que es como volver a casa. Siempre eterno. Siempre sorprendente.
Pd. Mi mar es el Mediterráneo, con un carácter afable y una temperatura cálida. Para cada uno de nosotros, el mar tendrá un significado. Un lugar al que volver o quizás un lugar del que alejarse. Seas de mar o de montaña, el mar siempre impresiona y atrae como un imán. Siempre está ahí, majestuoso e imperturbable.
Pd2. Llega el final de mes y, como el verano pasado, no sé si tomarme un respiro. Tal vez edito escritos anteriores para todas las personas que se han suscrito en estos meses. O me inspiro en este tiempo para escribir con más ganas. A todas las personas suscritas y a las seguidoras, millones de gracias.
Feliz verano.
Ay, Isabel. Este año la falta de mar Mediterráneo nos está pesando. Bueno, a mí, a Andreu no le gusta nada y nunca me quiere acompañar jajaja. Mar teñido de recuerdos, la neverita de plástico y las empanadillas de espinacas, el termo de agua fresquita, agujerear la arena como si esperaras encontrar petróleo para meter la sombrilla, el brillo del sol en la espuma. Mediterráneo 💜
El mar me recarga las energías. No soy un fanático de la arena y el sol, pero el mar tiene una energía con la que empatizo muy bien.