Tengo una relación extraña con las redes sociales. Siempre me he sentido algo alejada de ellas y he sido muy crítica con su utilidad y con el exceso de consumo generalizado.
Es cierto que los tiempos han cambiado, que cualquiera se puede convertir en emisor en este nuevo circo, que parece que las fake news, o mejor, lo que sea pero inmediato, tiene más validez que una noticia. Que sea ya, aunque sea falso.
Las redes sociales se utilizan en muchos casos para dar rienda suelta a los más bajos instintos. No hace falta ni siquiera un disfraz o una trama para pasar de ser el doctor Jekyll a Mr Hyde... puedes ser la más amorosa de las personas y revelarte como el más feroz de los haters en tus apariciones en las redes.
Pero en este ámbito, me he sorprendido al encontrar personas a las que vale la pena escuchar, personas que en un momento dado me han proporcionado ideas, recursos, herramientas que necesitaba. Personas que me han inspirado.
Descubrí en Instagram, sin ir más lejos, a personas con las que he conectado. Descubrí una no sé si llamarle pasión pero sí una afición: la fotografía. Que me ha permitido ver y mirar con unos ojos distintos, apreciando pequeños retazos de belleza que en mi anterior vida pasaron desapercibidos. Reto a reto me zambullí en una inspiración que llenaba mi cerebro y mantenía entretenida mi mente. Y que de alguna manera me ha hecho crecer y sobrevolar la rutina.
También he encontrado inspiración para escribir, para intentar transmitir todo un mundo de cosas que mi mente piensa sin descanso. Porque soy más de letras escritas que conversadas. En el papel me permito explayarme, algo que no me he consentido nunca verbalmente.
He encontrado y sigo a personas totalmente distintas, con vidas alternativas, con cosas que contar diferentes al guion habitual, con inquietudes que me han sorprendido por lo similares, por verme reflejada en ellas. Y soy consciente de la inmensidad de cosas por aprender, de que el camino no ha hecho más que empezar y de que puedes dirigirlo hacia aquello que te haga sentir algo especial.
Cuando era “más” joven (léase con cierta ironía) me sentía siempre un poco fuera de lugar, como si no encajara demasiado bien, como si mis inquietudes fueran muy distintas a las de los demás. Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que en general las personas compartimos muchas más cosas de las que nos separan o diferencian. Es cierto que habrá personas con las que no compartes nada en absoluto pero también es cierto que somos muchos y muchas y dentro de este número hay personalidades para todos los gustos. Y existe una gran cantidad de personas con sensibilidad y ganas de compartir y a las que vale la pena escuchar.
Instagram, por otro lado, despierta en mí contradicciones. Y es que, con eso de mostrar solo lo bonito tengo la sensación de estar fingiendo, mintiendo o engañando, algo que se me da francamente mal. Porque para nada todo es bonito ni fácil a veces, aunque yo - siempre lo he dicho - soy y he sido siempre una afortunada.
A pesar de ello seguiremos mostrando aquello que en un momento dado nos inspira, nos toca o nos mueve por dentro.
Como siempre, me encanta tu mirada