—No me puedo enamorar de ti. Te quiero demasiado.
La frase cayó como una losa. Un silencio espeso se instaló entre los dos. Ella miró con atención las manos que hacía unos segundos estaban acariciando su piel. Estaba serio pero no distante. Parecía sereno.
Me quiere demasiado —pensó.
Por su mente pasaron los momentos en que creyeron ser felices. Y eternos. E inmortales. Aquellos momentos en que el mundo se rendía ante ellos y ante lo que sentían el uno por el otro. Tal vez fue solo una cuestión de mala elección del momento. De las circunstancias. De todo lo que les rodeaba.
No era su hora y, por lo visto, no lo sería nunca.
Ese amor lleno de proyectos, de sueños, se quedaría en un casi. En un quizás. Para ambos. Como algo que pudo ocurrir. Como una brisa fresca, como la promesa de una historia diferente.
¿Estarían ahora juntos de haber tomado otras decisiones tiempo atrás? Imposible saberlo. Imposible saber si el suyo era un amor real. Si tenía alguna posibilidad.
—No me puedo enamorar de ti. Te quiero demasiado.
Ya te quise. Ya rompí por ti mil lanzas, ya aposté por este amor todo lo que tenía.
Y no pudo ser.
Ya dejé parte de lo que soy en un Tal vez más adelante.
Ya me arrastré. Ya construí castillos para ti. Para trepar por tu ventana. Para cantarte una sonata.
No fue suficiente.
O tal vez sí.
Suficiente para mostrarnos que el amor no todo lo puede. Que la vida a veces se impone, que no siempre sirve soñar.
—No me quiero enamorar de ti. Te quiero demasiado.

Pd. Escuché esta frase en una cafetería. Un entorno bonito. Una historia triste. ¿Un final tal vez? Quizá uno de tantos.
Como frase (especialmente escuchada al azar) es literariamente explosiva, contundente y magnífica.
Ahora bien, como declaración de principios entre dos personas —reales— me resulta un tanto impostada. A veces confundimos la ficción, lo creativo, con la realidad y nos dejamos llevar por sentimientos imaginarios que no se adecúan a la certeza de nuestras pasiones (por lo general mucho más pedestres y contradictorias).
Creo que me ubico en el bando de los que piensan que es una florida manera de plantear una excusa para el desapego.
Profunda la lectura. Para mi es algo así como "amarte tanto que prefiero dejarte", o " quizás no soy lo que tú mereces y no quiero que sigas prendadote de mi y luego sufras más". La libera porque sabe que puede hacerle daño y está en un punto en el que quizás estará triste pero más adelante no lo odie. Hoy en día le llaman "responsabilidad afectiva" que es un constructo social para catalogar algunos comportamientos y compromisos que deben tener las relaciones. No se sabrá al dejar un amor lo que pudo ser, lo que sí sabrás es en lo bien que te fue después y lo que logres construir. Gracias Isabel