Estos días la frase “La magia de la Navidad” se repite a diestro y siniestro. Las películas que se emiten - y las que buscamos en esta época - se refieren a la magia de forma constante. Las amistades y la familia la sacan a relucir en sus felicitaciones y buenos deseos.
La magia está presente allá donde mires. Eso sí, si tienes la sensibilidad para verla y la buscas de alguna manera.
Magia es crear un entorno especial para los y las más pequeñas de la casa. Mantener la ilusión de un mundo mágico.
Magia son las diminutas luces que modifican nuestro entorno y evocan en nosotras mundos distintos, más livianos, más felices quizás, más bonitos. Luces que apuntan directamente a nuestra patata y despiertan nuestra sonrisa.
Magia, por otro lado, es encontrar tiempo para comprar los juguetes y los regalos, dedicar una especial atención a agasajar a los que más quieres, conseguir conciliar tus responsabilidades con las vacaciones de las niñas y salir airosa en el intento.
Ojalá pudiésemos meter el espíritu de Navidad en jarros y abrir un jarro cada mes del año. – Harlan Miller
Es cierto que el hecho de tener criaturas en casa nos obliga a hacer frente a la magia, a tenerla presente, a invocarla de alguna manera. Pero creo, de verdad lo creo, que esa magia repartida a nuestro alrededor es una oportunidad para recuperar de alguna manera a nuestra niña y niño interior.
Que la ilusión de los más pequeños es contagiosa y es una oportunidad fantástica para soñar, ¿por qué no?, para aspirar a algo mágico, para vivir estos días a través de sus ojos y emocionarnos como crías con pequeñas cosas.
Y es que la magia, en definitiva, es tener la habilidad de crear momentos especiales, de esos que se quedan instalados en la memoria. Y , casi más importante, tener la capacidad de disfrutar de los que crean para ti. Con mimo, con atención, con detalles, por pequeños que sean.
Os deseo una muy feliz Navidad, tanto si percibís la magia como si no, y que las lucecillas os iluminen la patatilla y os arranquen emociones.
¡Feliz Navidad!
La magiaaaa... no hay que perderla... a nosotros se nos escapa de las manos, como unos naipes en un truco poco ensayado... o será que los niños ya son adolescentes y todo se vuelve más prosaico... Aunque sabes que siempre me queda un instante para empañarme la vista haciendo lo que más me gusta entre la familia... entregar un regalo inesperado. Bon Nadal, Sobe!!!
Me encanta esa magia!!!