No me merezco terminar así
Esta frase no es mía y no se refiere a mí, pero me ha pellizcado el corazón
Este sería para mí el titular de la rueda de prensa que ofreció Rafa Nadal para explicar su decisión de parar temporalmente para dar a su cuerpo la oportunidad de regenerarse y afrontar con ciertas garantías el que él mismo ha descrito como el último año de su carrera deportiva.
Esperé atenta ante la pantalla para conocer lo que tenía que explicar. Siempre temo el anuncio de la retirada, cada vez más cercana debido a una lesión que no ha evolucionado como él y su equipo esperaban.
Me asombra y me emociona siempre esa pasión que desprende por un deporte como el tenis. Ese no parar, ese no hay dolor, ese no me voy a quejar que exhibe, sin dramas, aunque los periodistas se esfuercen por arrancarle una queja o un lamento.
—¿Cómo estás? —le preguntó una periodista cuando ya había anunciado su decisión.
—Estoy bien —contestó con un levantamiento de ceja.
Rafa siempre me parece un poco distante en sus intervenciones públicas. Muy serio, muy coherente, muy comedido. Dice mucho con pocas palabras. Y en pocas frases describió lo que debe haber sido un tiempo realmente frustrante para él.
Se describe como un hombre positivo, racional. El único momento de la rueda de prensa en el que exhibió una amplia sonrisa fue al escuchar a un periodista mencionar la posibilidad de retrasar su retirada más allá del año 2024 debido a una mejoría imprevista de su físico.
— Soy positivo pero no soy ningún iluso —le contestó.
A la pregunta sobre su motivación para seguir peleando, para seguir luchando una vez se recupere físicamente aún habiendo conseguido todo lo que ha conseguido fue:
—No me merezco terminar así.
Y ahí me emocioné. Porque quiere decir adiós a su carrera en una pista de tenis, con los calcetines impregnados de tierra batida, con la posibilidad de levantar de nuevo un trofeo, con el público a su alrededor. A pesar de las horas y horas y horas que lleva en ellas.
Me asombra siempre y me admira esa capacidad de lucha, esa motivación, esa pasión que impulsa a deportistas que han sido enormes en su deporte a seguir peleando y compitiendo y dejándose la piel. Me emociona. Y me da ternura. Y cierta envidia.
Otra de las noticias que me ha pellizcado esta semana ha sido la ovación de seis minutos que pilló desprevenido al actor Harrison Ford en el festival de Cannes tras la exhibición de la última película de la saga de Indiana Jones. El actor, de 80 años, ha recibido la Palma de Oro Honorífica del festival y se ha mostrado emocionado ante la respuesta del público en una ovación larga y sentida.
Las fotos de Harrison Ford con su mujer, Calista Flockhart, ambos guapos y sonrientes, evocan en mí un lugar lejano, de glamour, de sueños conseguidos. De personas cercanas que en algún momento te han acompañado. No tanto Calista pero sí Harrison Ford en sus múltiples películas.
A veces las personas coetáneas, las que te han acompañado en tu vida en un momento u otro, y sobre todo en temas relacionados con el cine, la música, el deporte, se convierten en un espejo en el que mirarte. Y te muestran tu propia evolución. Como líneas paralelas que siguen su camino. Y cuando los ves de pronto en la vida real, fuera de ese mundo imaginario que los mantiene congelados en el tiempo (en el caso del cine), eres consciente de repente de ese paso del tiempo.
Harrison Ford deja un legado, todas esas películas que puedes ver en bucle en una tarde de aventuras y palomitas. Y lo mejor es que sigue haciendo cine.
En el caso de Rafa Nadal, creo que su figura va mucho más allá de sus victorias y su trayectoria.
Iremos a ver esa última película de Indiana Jones. Y confiaremos en la vuelta de Rafa a las pistas. Eso sí, siempre que le haga feliz.
Rafa Nadal evoca muchas de aquellas cosas que uno querría ser...y quizás lo de menos sea ser el mejor deportista español de la historia. Vamos Rafa, a por el año que viene!
Rafa Nadal, el ídolo que todos admiramos 😍👏. Gracias Maribel