En el último mes he escuchado conversaciones sobre límites y principios en la crianza procedentes de cabezas de familia.
Una pareja comentaba decidida que hasta los 16 o 17 años, no recuerdo bien, la niña no se iba a poner un top y dejar la barriga al aire. Otra pareja me comentaba la dificultad de lograr superar la nota de corte para las carreras que su hijo quería, cada vez más elevada, y la decisión de no privarle de vida social durante unos estudios que había superado con notas de nueve.
Otra pareja hablaba conmigo sobre la exigencia de los estudios de música en el conservatorio y la dificultad de saber en qué momento parar, cómo graduar la presión de unos estudios a unas edades tan tempranas. Todo ello aderezado con una competencia brutal de personas brillantes que parecen dedicar la totalidad de su tiempo a tocar un instrumento.
Una amiga me comentaba que su elección hace años de no apuntar a su hija a un colegio británico había tenido como consecuencia el perjuicio de no ser bilingüe y el beneficio, por contra, de tener acceso a otro tipo de experiencias más espirituales que iban a formar a su hija desde otro punto de vista. Y que por ello había valido la pena.
Tengo que decir que mientras escucho estos comentarios, posiciones, decisiones… yo me siento como un animalillo que entra y sale del agua, con las orejas atentas, empapándose de comentarios, opiniones, puntos de vista y líneas rojas y azules.
Supongo que estas grandes o pequeñas líneas en la crianza se crean o se forman cuando llegas a esa situación, cuando se te plantea la vida con varias alternativas, con sus pros y sus contras, y tu opinión, tu bagaje y tu experiencia, te hacen tomar una posición y no otra. Y no es fácil, por supuesto. O a mí no me lo parece.
En nuestro caso, no hemos llegado ahí todavía. No hemos lidiado con esas experiencias y, al menos en mi caso, no tengo claras demasiadas cosas que pueda enumerar en una lista. Algunas sí he tenido claras cuando eran pequeñas pero ahora mismo.. no sé. Más que listas o firmezas, tengo dudas. Muchas. Que espero que se vayan disipando con el paso del tiempo.
O quizás todas y todos tenemos principios y valores que no hemos verbalizado con tanta claridad pero van guiando nuestras acciones y le indican a nuestro instinto por dónde sigue la senda.
Supongo que lo terriblemente complicado y el objetivo supremo es lograr el equilibrio. El balance entre la obligación y el placer, entre lo que le gusta y lo que le va a formar como persona, entre la disciplina y el tesón para lograr la recompensa y el esfuerzo desmedido que llegue a quemar o a apagar una ilusión. Hay tanta oferta, tantas posibilidades, es tan amplio el horizonte, que esperas que lleguen los cruces de camino para ir dando los pasos en la dirección que persigues.
Yo soy muy de comparar. Sé que son odiosas pero a mí me sirven. Porque en esas comparaciones, o en ese mirar la posición en el mundo de los demás, te ubicas también un poco, te posicionas con más firmeza en tu lugar, o te mueves un poco a un lado u otro. Quizás no es tanto la comparación sino la observación de lo que hay a nuestro alrededor que, inevitablemente, nos afecta y va influyendo en nuestra manera de enfrentarnos al día a día.
Otra amiga me comentaba que su nena de 5 años estaba un poco perdida en la relación con los demás. Que le dejaban un poco fuera de combate las reacciones que mostraban sus compañeros de clase ante su comportamiento. Y es que como seres sociales, es precisamente en esa relación con los demás donde vamos perfilando nuestro carácter, nuestro modo de comportamiento, lo que nos hace sentir bien o mal, donde vamos trazando las líneas rojas, blancas o azules que son importantes para cada uno de nosotros.
Y en esto de situarme en el mundo y ver lo que hacen los demás, leo a las personas que sigo en esta plataforma despedirse por el periodo estival y me surge la duda. ¿Realmente quiero descansar de estos textos? ¿Realmente necesito reposo? Estos días soy un mar de dudas. Pero creo que no. Que seguiré lanzando pequeños textos aquí y allá que espero inspiren un poco, o entretengan, o sirvan al menos para practicar la lectura en este tórrido periodo estival.
Feliz verano.
Yo también comparo, pero para tener otros puntos de vista y estar más abierta. Se les debe marcar una linea, pero también hay que ceder ante su negativa. Hay mucha presión en ésta sociedad y a veces no sabes cómo acertar aunque quieras lo mejor para ell@s.
Gracias a tí amiga. No pares de escribir en este período estival. Me haces reflexionar. Me gusta. 😘
Hola Isabel. Ser padres es muy difícil. ☺️. En realidad nunca estás seguro de si lo estás haciendo bien. Por más que escuchemos experiencias u opiniones de otras personas y hagamos lo que creemos mejor, nunca nos quedamos del todo satisfechos.
¿Comparar? Porqué no. También a veces es necesario, aunque si te soy sincera siempre he tenido muy claro hacia dónde quiero ir con respecto a la educación de mis hijos. Estamos sometidos a tanta presión social en tantos aspectos que parece que tenemos que seguir esa línea que nos marcan. Yo no estoy dispuesta. Los niños deben ser eso: niños: Luego, adolescentes y tener claro lo más importante: deben saber decir No, de la misma forma que saben decir si. Sin miedo ni temor al que dirán. Deben sentirse satisfechos y escuchados. Deben encontrar en casa, un hogar.
Te mando un abrazo.