La vida y los parques de atracciones
Tal vez el secreto está en asumir que en el pack están incluidas toda una serie de sensaciones
Escribo estas líneas con un sonido de fondo. Los gritos procedentes de una enorme montaña rusa a más o menos un kilómetro de distancia de nuestra caravana. Y es que estamos en Europa Park, el segundo parque de atracciones más importante del mundo y un gran desconocido para muchas personas en España.
Ayer, paseando entre hordas de personas de todas las edades entre atracción y atracción - tiene más de 100 - me pregunté qué era lo que nos atrae, qué buscamos y a quién se le ocurriría crear el primer parque de atracciones.
Para mi sorpresa, el origen se remonta a la época medieval, cuando se instalaban una serie juegos y bailes en las afueras de las ciudades. El parque de atracciones más antiguo del mundo se abrió en el año 1583 en Copenhague (Dinamarca). Casi trescientos años más tarde - ¡300! - una serie de inventos mecánicos inauguraron la era de las atracciones de feria modernas, cuando las clases trabajadoras empezaron a poder dedicar parte de su sueldo al entretenimiento.
Hoy día, para muchas personas estos lugares son espacios de diversión y de riesgo seguro que proporcionan sensaciones extremas que no encuentran de forma habitual en su día a día. O eso creo entender, porque no me incluyo entre ellas.
Iba a escribir que no soy persona de parque temático pero tal vez no sea así. Quizás todos somos carne de parque y el truco está en asumir que vamos a sufrir ciertas sensaciones - pánico en mi caso - si nos subimos a tal o cual atracción. Pero también nos vamos a reír (aunque sea de nerviosismo). También, quizás, nos vamos a sentir bien por haber superado el miedo. Es más que probable que experimentemos una adrenalina que nos remueva el espíritu (y los intestinos). Y tal vez nos sintamos bien.
Todo esto lo pensaba intentando explicar a una de mis hijas el porqué de subirse a una atracción en la que luego gritan con ese, aparente al menos, pavor. Por supuesto no es obligatorio subirse a algo que te da miedo pero es una manera diferente de verlo.
Como la vida.
Como me decía una psicóloga a la que le consulté un tema hace unas semanas.
— El miedo, la risa, la alegría, el dolor… Todo eso es la vida. ¡Es vivir!
Tenía un aire místico y vocecilla de duende. Y pronunció esta frase con tal entusiasmo que se me quedó grabada.
Y es cierto.
Quizás, a veces, nos hacemos bicho bola para no sufrir o para no experimentar sensaciones que no nos gustan. Y olvidamos que la vida es eso.
Un paseo. Con sus cosas regulares, con sus días grises, con sus horas de purpurina y sus tardas de calma. Con peleas de las niñas, con decepciones ante expectativas demasiado elevadas. Con pequeños placeres y tontas rutinas. Con días de lluvia cuando esperabas un sol radiante. Con subidas y bajadas de montaña rusa, de las que aceleran de 0 a 100 en pocos segundos. Con paseos elegantes en lagos bonitos.
Con momentos decorados y otros bastante más descoloridos.
Como un parque de atracciones.
Yo también me hago bicho bola a veces…jajaja…. pero si, la vida es ese pack con todas esas sensaciones incluidas, las que nos gustan y las que no tanto. Y afortunados de sentirlas.
¡Europa Park! Mi primer parque de atracciones, la de años que han pasado… Lo tengo bien grabado de mis recuerdos veraniegos.
Me encanta leerte, ¡ gracias por hacerme recordar !