La felicidad de las pequeñas cosas
Hay pequeñas acciones que nos acercan a un estado de bienestar
El primer trago de una cerveza helada, el azúcar glas de una ensaimada, el olor de un obrador de pan de madrugada, el abrazo sincero de un amigo, el aroma de un buen café.
El arrullo de los cantos rodados mecidos por las olas, un paseo por el mar en calma al amanecer, el crujido del pan caliente, el primer polvorón de la temporada, una siesta a la sombra de una gran parra o de un olivo, el atardecer en una playa desierta, una copa de vino blanco en buena compañía. Escuchar esa canción que te traspasa y te emociona.
La emoción de retomar una novela que te ha atrapado, poner luces bonitas en los árboles y disfrutarlas al anochecer, las carcajadas con tu grupo de amigas, el silencio cómplice cuando las palabras no pueden mejorar la situación, un paisaje hermoso. Encontrar nidos en los árboles.
Un mojito en el chiringuito de playa cuando el sol se esconde, los paisajes de Mallorca, el ambiente de la Bretaña francesa, una buena trattoria en Roma. Viajar a un lugar fresco en plena ola de calor y ponerte algo de manga larga al anochecer.
Meter los pies en un río. Conectar con las risas de mis hijas. Ir en bici al atardecer. Jugar. La ilusión por un nuevo viaje. El silencio en un viaje en carretera. La promesa de un nuevo proyecto.
Escribir, leer, volver a escribir.
Los tonos naranjas, grises, lilas de un atardecer.
La belleza de la naturaleza.
La última vez que tuve que explicar a una psicóloga la causa de mi malestar - antes de la pandemia - le dije que a pesar de tenerlo todo, no me sentía bien. No disfrutaba de las cosas.
En aquel tiempo concluimos que me había alejado de aquello que me hacía sentir bien. Todo eran obligaciones. En casa, en el trabajo, con las niñas… Exceso de obligaciones, de responsabilidad.
Conocí y trabajé (poco) el concepto del Ikigai (生き甲斐) japonés. Aunque he de decir que tampoco llegué a descubrirlo. Sí me aferré a pequeñas cosas que me hacían sentir bien. Coser en aquel tiempo fue un pequeño salvavidas.
Hace unos días escuché un podcast de
con Marian Rojas en el que explicaban la influencia del estrés y del cortisol (hormona del estrés) en nuestro organismo. Y por contra, los beneficios de la oxitocina, generada cuando nos acercamos a situaciones que nos proporcionan placer, que nos gustan, que nos hacen sentir bien. Se genera incluso cuando acaricias a tu mascota o cuando sostienes en brazos a un bebé.Creo que en esta carrera de locos y locas en que nos encontramos es muy fácil sentirse invadida por el cortisol y abandonada sin tregua por la oxitocina. Así que, si os encontráis en esa situación, he escrito una lista de cosas que generan cosas buenas en mi cuerpo y me hacen sentir bien. Por si os ayudan.
Creo que el solo hecho de detenerte a enumerarlas, es un buen paso.
Feliz verano.
Oxitocina en vena necesitamos. Y algún vermouth que otro... 😜
Las vacaciones seguro que ayudan. ¡Feliz verano!