El tiempo pasa. Implacable. Nos mece por un tiempo, nos divierte y nos entretiene. Cuando estamos acomodados, ese mismo tiempo que era cómplice empieza a tomar carrerilla. Y lo vemos correr. Y lo miramos con cara de sorpresa, exhaustos por intentar seguir su ritmo.
Vemos entonces que se aleja, que no nos espera para ocupar sus horas con todo lo que queremos hacer; que no se entretiene con nosotros para llenarlo, para emplearlo a nuestro antojo. El tiempo pasa y nosotros nos quedamos un poco atrás. Es una medida extraña, un tictac de las horas que mece y asusta al mismo tiempo.
Hace unas semanas una persona compartió en un grupo de Telegram un discurso de Emma Vilasarau, la actriz protagonista de la Casa en llamas, una película dirigida por Dani de la Orden y escrita por Eduard Sola.
En su alegato, reclamaba a la industria del cine la responsabilidad y la oportunidad de mostrar a mujeres mayores de 60 años. Mujeres que están en la plenitud de la vida, mujeres que envejecen con naturalidad. Mujeres con gran experiencia y muchos proyectos por cumplir.
Y es que en esta sociedad en la que vivimos hemos dado la espalda a la vejez (y de paso también a la muerte). Somos conscientes de que nos va a tocar, -como para no serlo-, pero parece que nos neguemos a aceptarla como algo natural, como una fase más de la vida, como una etapa que puede tener también cosas positivas. Giramos la cara ante esas bolsas, esas arrugas, esos signos que nos recuerdan que ya no somos tan jóvenes.
Nos empeñamos en aspirar a la eterna juventud mientras el cine nos muestra a actores y actrices que están cada día más jóvenes, que nos regalan el mismo aspecto que hace 20 años mientras nuestros espejos nos ofrecen una imagen de nosotras mismas bastante más ajada. Y nuestros cuerpos chirrían donde antes fluían con naturalidad.
Y nos perdemos un poco en esa pelea inútil, esperando que el tiempo pare su carrera.
¿Hace falta ser Audrey Hepburn para envejecer con dignidad*? ¿Es necesario ser como Katharine Hepburn para lograrlo? A mí me encantaría. Aún tengo grabada en la memoria sus papeles en Adivina quién viene a cenar esta noche (Guess Who's Coming to Dinner) o En el estanque dorado (On Golden Pond).
Pero volviendo al tema, ¿es absolutamente necesario tener la sensación de que vas contra corriente si muestras un atisbo de aceptación? No hablo de no cuidarnos ni de no mantenernos en forma para llegar en las mejores condiciones a esos años. Hablo de una tiranía que muchas veces nos machaca. Que nos tiene prisioneras. Con unas expectativas totalmente irreales.
Hablo de esconder el paso de los años. Y vivir con temor la llegada de esa etapa.
Y coincido en que si viéramos en los anuncios, en las películas, en las series y en la vida real a personas de cierta edad con una vida sana, natural y sin complejos, tal vez, solo tal vez, nos quitaríamos un peso de encima. Y es que para todo hacen falta referentes.
Quizás ha llegado el momento de cuidar la relación con el tiempo.
Tenerlo como aliado y no como enemigo. Como ese espacio que nos va a permitir hacer lo que deseamos, como ese lapso en el que podemos soñar, en el que estamos aquí - ¡celebrémoslo! -, listas para para construir la vida que queremos.
Pd. La relación con el paso del tiempo es compleja para muchas personas. Creo que muchos repetimos patrones que vemos en nuestros mayores. Un poco de tristeza a veces, un mucho de miedo, otras.
Ojalá conseguir una relación sana con el tiempo. Mejor dicho, una buena relación con su paso meteórico.
Feliz semana.
*He editado el texto tras el comentario de una lectora. Había utilizado en dos ocasiones la palabra dignidad referida al hecho de envejecer. Lo he mantenido en una de ellas por el sentido de la frase pero coincido con la persona que lo ha comentado en que la palabra naturalidad era mejor en ese caso.
Este mes cumplimos años, Isabel. Pasa el tiempo. Muy deprisa. Se nos escapa de las manos. La verdad es que hace un par de años dejé de querer cumplirlos. Era una sensación de crecer sin darme cuenta y aún no había empezado a hacer lo que yo quería. Queda poco de la chica que salió de España hace casi una década. Pero sabes qué? Que muchas veces está en nosotras el sentirnos mayores o jóvenes. Yo ahora siento que soy mayor, pero me siento a gusto y feliz aunque las arrugillas se vayan notando. Y por otro lado, tengo la fuerza de comerme el mundo. 🤣🤣🤣 Me muero. Hay que plantarle cara a todos esos estándares que nos presentan.
Un abrazo.
No sé si te felicité 🤣🥳
👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻 Totalmente de acuerdo!!!!