Entre líneas
Las líneas delimitan nuestra acción y condicionan lo que hacemos. De algunas no somos siquiera conscientes.
Hace unos días, en una reunión de trabajo con el nuevo equipo, se mencionó en varias ocasiones la existencia de unas líneas que dificultan la colaboración y la fluidez entre los grupos de trabajo. Unas líneas que marcaban diferencias entre distintas categorías laborales.
Desde entonces, me he parado a pensar en las líneas. En ese empeño que tenemos muchas veces en trazarlas o en esa voluntad de otras personas de marcarlas a su alrededor.
Porque nos gusta establecer líneas.
Nos sirven para estructurar la realidad y entenderla, para captarla a trocitos. Nos ayudan a clasificar, a etiquetar. Nos ayudan a digerir mejor lo que ocurre en nuestro entorno.
En otras ocasiones, las líneas nos sirven para marcar límites, fronteras, para saber hasta dónde podemos llegar o incluso para distinguir el bien y el mal, nuestros propios valores, nuestras propias líneas rojas. Aquí el trazo nos ayuda a saber dónde nos situamos, el punto exacto en el que estamos o nos gustaría estar.
Hace unos días una amiga me hablaba con indignación de una situación para ella intolerable. Un potencial comprador le había acusado de mentir en el proceso de venta de su vivienda. Para ella era una afrenta imperdonable. Una de sus líneas rojas.
Es interesante identificar dónde están las nuestras. Quizás lo tienes claro. Una chispa prende en tu interior cuando esa línea - rojo púrpura para ti - es sobrepasada. Algo te pellizca en el estómago y te revuelve.
En ese proceso de análisis está bien observar bien las líneas que tienes a tu alrededor. Ésas que has asumido como propias, ésas que conviven contigo casi sin que te des cuenta. Y otras, que sin siquiera ser consciente, están limitando tu radio de acción.
Y es posible que algunas de ellas ya no te sirvan, que algunas de ellas te hayan dejado el camino demasiado estrecho, o hayan perdido su utilidad con el tiempo. Y es bueno pararse y analizar cuáles de esas líneas te sirven para reconocer tu situación en el mundo y cuáles te están impidiendo avanzar.
A veces son etiquetas que hemos llevado desde siempre y sin embargo ya no dicen nada de nosotras. Vestigios de una temporada ya desfasada de un tú que no reconoces. Otras veces forman parte de nuestro diálogo interior. (Hoy me he sorprendido a mí misma decidiendo no comprar una camiseta ante la frase de esa vocecilla interior: yo no soy así. Como si ese comentario tuviera algún sentido.)
Tal vez es el momento de superar algunas de ellas. Quizás es el momento de estirar los brazos e ir más allá. O cambiar la dirección. Superarnos, avanzar. Ampliar nuestras propias fronteras. Y cuestionar de vez en cuando nuestro propia voz por si es fruto de la rutina y ya no nos representa.
Esas líneas de las que hablas Isabel me han ayudado mucho. Las líneas de saber hasta donde quiero llegar, esas, que como tu amiga, me indican que por ahí no paso. Sin embargo hay otras líneas que me han frenado. Yo misma las he trazado de una manera equivocada y no han dejado que avanzara.
Te doy las gracias por hacerme caer en la cuenta de que es necesario reflexionar, pensar si algunas veces somos nosotros los que nos marcamos líneas erróneas que no nos sirven para nada.
Un abrazo
Interesante...Somos nosotros con nuestra vida los que vamos estableciendo nuestras lineas o son las lineas que nos encontramos en el camino las que condicionan nuestra vida?......voy a reeler tu post