No llego a entender a las personas que cuestionan las acciones de los demás sin ir un poco más allá. No alcanzo a comprender que no perciban que cada uno tiene una mirada diferente, que cada cristal es distinto, que nuestras mochilas no llevan los mismos pesos. Que cada individuo, al fin y al cabo, vive la vida, el presente, a su manera. Que lo hacemos lo mejor que sabemos y lo mejor que podemos.
Otras personas, sin embargo, tienen una empatía tan elevada que se mimetizan con los que tienen a su alrededor. Son capaces de percibir energías, de acompasar humores, como un corazón que busca un compañero de latido, como un reloj que capta ritmos a su alrededor.
A veces, son como verdaderos camaleones. Toman el color de la habitación en la que se encuentran, el humor de la persona que les acompaña… Comparten fobias y filias. Solo en ese espacio de tiempo y espacio compartido. Solo como un peaje tal vez mal entendido.
En ese latir al ritmo de los demás corremos el peligro de desaparecer, de remar en corrientes que no son nuestras, de no estar presentes, de evadirnos para no sentir el choque entre nuestro propio yo y ese yo que de pronto nos okupa, sorprendiéndonos, extrañándonos.
E invertimos esfuerzos en una convivencia que tal vez tampoco valga tanto la pena o que quizás no merece tanto esfuerzo. Puede ser con algún familiar, con algún grupo de amigos, con personas que quizás han ido tomando un camino diferente al tuyo, que tal vez ya no laten a tu ritmo.
A veces es importante ser conscientes de que tal vez necesitemos nuestro propio espacio, dejar de remar en corrientes ajenas e invertir esfuerzos en nuestro propio mar, con sus olas, con su calma, con su tempestad. Con sus subidas y bajadas. Con sus propios maremotos. O con una calma chicha que espanta.
Y cuando encuentras ese lugar empiezas a sentir, a recuperar tu propio color y forma. A enderezarte y retomar tu propia voz.
No eres responsable de la calidad de convivencias ajenas. No eres la única persona que debe modularse, adaptarse… Toma tu espacio, sé presente, no habrá otro momento. Tal vez el verano es una buena oportunidad para encontrar espacios, para seleccionar momentos. Para ser y estar.
Pd. Feliz inicio de agosto, ese mes al que le pedimos tanto.
“.. remar en corrientes que no son nuestras…. Así es, creo que he pasado la mayor parte de mi vida remando en otros ríos, en otros mares, ahora soy consciente y ahí estoy, volviendo a mi cauce. Gracias Isabel!
Me gusta mucho lo que has escrito, Isabel. A veces nos sentimos obligados un poco a convivir o a estar con personas que no nos aportan nada y que además a mí me quitan mi paz. Yo soy feliz si esas personas son felices, pero también lo soy cuando estoy en mi espacio, un poco alejada.
Feliz agosto para ti también.
Un abrazo 🤗