Los primeros signos del comienzo de la vida adulta aparecen cuando tus amistades empiezan a tomar las grandes decisiones. Esperan un hijo, se casan, se van a vivir juntos. Esas etapas de las que muchos de nosotros nos hemos sentido descabalgados en algún momento, como si alguien hubiera olvidado meter nuestros nombres en la ruleta del destino o en el bombo de la lotería.
Antes de llegar a ese momento, has ido presenciando cómo los actores y actrices de siempre, esos personajes que llenaban la pantalla cuando eras niño, van desapareciendo aquejados de enfermedades, desgracias o vejez. Te choca la imagen que de ellos tienes en la mente con esa otra que te ofrecen ahora en la pantalla. Con cientos de años encima, con mil arrugas, lejos de esa belleza impecable que te ofrecían en el cine. Más humanos, más mortales.
Recibes otro toque de atención cuando los coetáneos de tus padres - amigos, familia- empiezan a enfermar o a fallecer. Y una parte de ese bosque que es tu vida se va despoblando.
Llega un momento en el que te sorprendes viendo cómo son en la actualidad actores que has seguido siempre, en series que han estado eternamente y que han repetido hasta la saciedad, como Friends, manteniendo a esos actores en nuestra mente como los protagonistas del museo de cera. Es el poder que tiene la televisión. Su imagen permanece inalterable. Qué extraño será para ellos esa sensación. El escrutinio de la cámara, la evidencia constante del paso del tiempo.
Y luego están los deportistas, algunos de ellos verdaderos ídolos para muchas personas, con los que has compartido época y a los que ilusamente sientes que conoces, como si fueran como tú. O mejor aún, como si tú fueras un poco como ellos solo por el tiempo en que les has acompañado y disfrutado. Personajes que te han hecho sentir emociones que traspasan la pantalla y a los que has querido apoyar desde tu sofá.
El anuncio de la retirada de Rafa Nadal me pilló en Toledo, en medio de un parque, entre mesas, meriendas y bullicio. Tras ese video, una cascada de declaraciones, imágenes, videos que no he podido ver con detenimiento.
Es extraño ver cómo alguien que ha estado ahí tanto tiempo te dice que es el momento de parar. No es el primero. Ya has vivido ese mismo paso con otros deportistas. Es el momento de mover ficha y pasar página. Ya lo sabías, era evidente. Tan solo esperabas que eligiera el momento. Su momento. Siempre elegante, siempre comedido, siempre en su sitio.
Y mientras ves algunos de esos videos en los que se muestran imágenes de todo su recorrido, observas un espejo en el que tu rostro comienza a tener también alguna arruga y tu cuerpo se intuye menos atlético, menos en forma, si es que un día lo estuvo.
Deja el tenis profesional alguien a quien te parece conocer. Y en esa retirada, te retiras un poco tú también. Una parte de ti. Una época, un montón de vivencias. Momentos compartidos con personas de ese bosque más despoblado que tampoco están.
Cuando dentro de algunos años veamos imágenes de esa carrera deportiva muchos de nosotros pensaremos: yo estaba allí, yo lo viví. Como si hubiéramos compartido con él esa cancha de tenis. Como si hubiéramos tenido la capacidad de empuñar con la misma maestría que él una raqueta.
Es curioso que tengamos esta misma sensación millones de personas.
Por algo será.
Gracias, Rafa.
Pd. El primer partido de tenis que vi en televisión fue entre John McEnroe e Ivan Lendl. Ha llovido algo desde entonces. He seguido a muchos tenistas. Todos ellos se fueron retirando. Otros tomaron el relevo. Es lo que tiene el deporte profesional.
Ahora le toca a Rafa. Es algo natural que supone además un pequeño toque de atención de que el tiempo pasa. Para todos. Y será mejor aprovecharlo.
Y con los años parece más difícil conectar con personajes a ese nivel emocional. Gracias por tu bonito texto.
Uff! El tiempo pasa en que ahora que se retira Rafa Nadal mi elasticidad neuronal no es la de antaño, ya no tengo energía para invertir en aprender a ser fan de el que venga a relevarlo, aunque bien mirado, llenar esos zapatos se me antoja imposible.