Septiembre comienza con ese brío que le caracteriza. Activo, alegre, con esa festividad asociada a los comienzos. Con ese nuevo inicio del año, el apuntarse al gimnasio o el retomar los buenos propósitos. Con esas cancioncillas de los anuncios que proclaman la vuelta al cole (cómo los he odiado siempre).
Septiembre llega, con su maquinaria imparable, con las compras de libros y uniformes, con el sudoku de los horarios escolares, con los recibos de comedor y de materiales. Con ese empeño en retomar el ritmo previo al verano.
Septiembre se impone. Con nuevos compañeros en el cole, con otros grupos de WhatsApp, con nuevas condiciones y obligaciones. Con la mochila llena una vez más, con proyectos que se retoman. Con ojeras matutinas y bostezos nocturnos.
Septiembre viene para quedarse. Es como si descorriera un telón gigante de color granate. Termina la función, empieza la vida.
Y nos suele pillar un poco a contrapié. Tengo que decir que este año lo llevo mejor que otros. Tal vez porque todavía sigo en la inercia de las vacaciones. Quizás porque la vuelta parece aún un espejismo.
Septiembre me encuentra con la mente serena, con mi parte racional conocedora de la realidad, sabedora de que viene otro empujón, de que la rutina se ha de imponer, que la calma también llega y es sana y es productiva. Y es la razón del disfrute posterior. Lo que hace titilar las escapadas, las excepciones, las salidas de la rutina.
Me pilla más tranquila, sí. Pero con el cuerpo pidiendo salsa, acostumbrado a una inercia relajada y activa al mismo tiempo, gustoso por lo vivido, pidiendo más viajes y más fiesta. Porque es pidón y le gusta el mambo. Porque ha disfrutado como un enano este verano. Y porque con ilusiones, la vida es más vida.
Me quiero visualizar como el gato que se estira lentamente, desperezándose, dándose el tiempo que necesita, preparándose para la siguiente etapa, dispuesto a aprender, a descubrir cosas nuevas. Un gato listo para saltar y liarse a jugar de nuevo, escurridizo, rápido, curioso, atrevido, que se adapta a lo que le pide el momento.
Y no como un gato asustadizo que se ovilla y se esconde.
Y a ti, ¿cómo te pilla septiembre?
PD. Tengo pendiente haceros una recomendación de lectura que he descubierto este verano. Y algún que otro retazo de esas vacaciones que llenan tanto nuestros suspiros durante el otoño y el invierno. Gracias por estar ahí y que os sea leve la vuelta.
Yo adoro septiembre! Por las rutinas perdidas que tanta falta me hacen. Por el fresquito prometido que va bajando termómetros. Por los propósitos que se retoman.
Septiembre me pilla con ojos de gato de pupilas dilatadas como si una pluma surcara el aire y tuviera que atraparla.
Feliz vuelta al redil Isabel!
Pues septiembre me pilla con ilusión, Isabel. Con ganas de encontrar nuevas historias que contar, con miedos que enfrentar, con reflexiones para alcanzar objetivos. Luego, me trae calma. Quiero ser fuerte para no perder esa calma con las cosas y el estrés diario.
Tratando de aprovechar cada oportunidad para aprender más.
Un abrazo fuerte.
Ánimo con ese inicio de colegio ☺️🤗