El cielo brilla, luminoso. Las sombras alargadas del olivo dan sensación de frescor. Los trinos de los pájaros compiten con el zumbido de las abejas que comienzan su ritual de cada mañana.
Max duerme en su cama en la terraza. Desde que ha perdido audición ladra menos. O lo hace con una voz aflautada. Una voz que ya no es la suya. La lámina de agua de la piscina atrapa mi atención. Parece querer llamarme. Fresca, limpia, acogedora.
El sol emite reflejos en las hojas de las plantas; las florecillas abren sus capullos caldeadas por el sol.
El día despierta, con sus luces y sus sombras, con sus planes, o con la ausencia de ellos.
Si te abstraes, si te elevas, verás que da igual si estás aquí o no. El mundo gira. Tan caótico o tan calmado, tan desconocido y asombroso. Los pájaros siguen su instinto, al igual que los gatos callejeros saben qué tienen que hacer en cada momento.
Quizás deberíamos aprender de ellos; dejarnos llevar. Confiar en nuestro instinto. Hacer caso a nuestro cuerpo.
Tal vez hay gente que lo hace. Quizás el mundo se podría dividir entre los que andan poniéndose capas encima y los que son fieles a sí mismos.
¿Tú sabes en qué lado estás? ¿Con qué grupo te identificas más?
Quizás has pasado de uno a otro. Es posible que hayas cambiado de equipo. Porque estás a tiempo.
Si ves que lo que ha mandado en tu vida hasta ahora ya no te sirve, analízalo, detalla el porqué; estudia qué puedes cambiar, qué puede ser diferente. Cómo lo querrías.
Y ve a por ello.
PD. El tiempo avanza hacia el verano. Junio es un mes intenso. Un mes de finales, de festivales, de celebraciones, de intentar organizar lo que viene. Mirar a nuestro alrededor da un respiro. Aunque sea solo a ratos.
Siempre me he sentido fiel a mi misma, pero también sé que llevo muchas capas encima. Me paso la vida nadando entre dos aguas.
Siempre he confiado en mi instinto, pero a veces el miedo ha querido jugarme una mala pasada.
Estoy del lado de los que están a gusto consigo mismos. Que tratan de no mirar la vida de otros, sino centrarse en sus metas porque las tienen claras. Y últimamente, desde que empecé a escribir más en serio, mi forma de pensar se ha vuelto más empática. Quizá los personajes que descubro me hacen ver que mi vida es mucho más sencilla y que debo dejarme llevar, sin preocuparme tanto por lo que vendrá.
Gracias, Isabel.
Un placer leerte