De síndromes, fobias y de tu lugar en la cuadrícula
Tenemos derecho a avanzar en el tablero
La primera vez que acudí a la consulta de una psicóloga, allá por el Pleistoceno, mi respuesta a su pregunta sobre el motivo de mi visita fue:
—No sé quién soy.
Que nadie se asuste. En todos estos años aún no lo he descubierto. Sigo en ello.
El caso es que con los años y tras su diagnóstico de cierta fobia, fui creciendo, evolucionando, superando pequeños o grandes obstáculos. Viviendo, vamos. Lo que hacemos todas y todos.
Hace poco escuché la existencia del síndrome de la niña buena, caracterizado por la búsqueda de las personas que lo padecen de encajar, de ser premiadas gracias a su buen comportamiento, de ser queridas por sus buenas formas, por no salirse del tiesto.
El caso es que en cuanto lees un poco empiezas a ver síndromes por todos lados. Y empiezas a sentirte identificada con algunos de sus síntomas. El síndrome de la impostora, el síndrome de la niña buena. O diagnósticos como el de personas altamente sensibles (PAS).
Y encuentras grupos y foros donde se habla de tal o cual dolencia, de ciertas sensibilidades, de ciertos rasgos comunes.
Conocer y analizar esas clasificaciones nos hace quizás sentirnos más tranquilas, más acompañadas.
¿Por qué nos alivia tanto encasillarnos?
¿Por qué las etiquetas?
Porque nos ayudan a entender. Nos ofrecen algunas respuestas. Nos hacen sentirnos quizás menos solas. Menos raras.
Porque queremos encajar.
Porque en este mundo que habitamos ser friki es de valientes.
Porque en la hoja cuadriculada que es la vida queremos saber qué hueco es el nuestro. Eso nos tranquiliza, nos da seguridad. No soy tan extraña. No estoy sola. Es allí donde me toca estar.
Pero ojo. Corremos el peligro de arrastrar las mismas etiquetas, año tras año, mientras seguimos evolucionando y creciendo.
Tienes derecho a cambiar de lugar en la cuadrícula.
Quizás eres más simpática de lo que piensas o, a fuerza de ejercer y superarte, ya no eres tan tímida. O tienes más gracia de la que imaginabas o más talento. O, quizás, en el grupo en el que te mueves ahora, eres más tú y parte de esas etiquetas ya no tienen nada que ver contigo.
Revisa de vez en cuando tus etiquetas y tus síndromes, tus manías, las cosas que te dices. Actualízalas.
Porque tienes derecho a moverte y a avanzar en el tablero.