A veces veo mi vida en planos secuencia, con una banda sonora bonita. Así la imagino. Fracciones de vida, una tras otra, sonrisas, charlas, paseos, lucecillas blancas, atardeceres, cielos rosados…
Sigo en Instagram la cuenta de Alex Cissé (@alexcisse_), entre otras. Me gustan sus vídeos. Su cadencia, su mirada. Os la recomiendo. Aquí os dejo algún ejemplo.
Reel Alex Cissé
New York - Alex Cissé
Tener presentes miradas como la suya te ayuda a entrenar la tuya. Y ver belleza donde en otras ocasiones solo ves rutina, y tedio, y cansancio.
En otras ocasiones, tengo que admitirlo, la música se apaga. Y dejas de apreciar esas pequeñas pinceladas de belleza. Llegan las peleas de las niñas, la negociación constante que me agota. La bruma mental que te niebla la mirada. Y se ve la realidad sin esos filtros y sin esa luz degradada que tanto nos gusta.
Nos movemos día a día entre la belleza y la oscuridad. Entre la ansiada calma y la puñetera prisa. Entre deberes, tengo que y deberías.
Tengo un reloj inteligente. De esos que indican el número de pasos, las pulsaciones, la temperatura corporal… Es castañero. Quiero decir que no es nada del otro mundo.
Vivo con él en una lucha constante. Me siento más deportista con él en mi muñeca (no he llevado nunca reloj) al tiempo que me recuerda insistentemente y en plazos que se me pasan como suspiros que no me muevo, que estoy inmóvil. Cabroncete el relojillo. Difícil romper tu propia rutina, incorporar nuevos hábitos.
Contradicciones.
A veces usamos máscaras. En ocasiones utilizamos muletillas. Pequeños asideros. Como los críos. Los peques buscan recursos para conjurar sus miedos. Una lucecilla en el pasillo, un peluche en la cama, una pulsera para tenernos cerca, un buenas noches a grito pelado desde la habitación… Los mayores, aunque no lo creamos, también las tenemos.
Yo me pongo unas botas de tipo militar y unos vaqueros gastados cuando me espera una jornada que intuyo ardua. O me visto de negro. O me disfrazo de mujer exitosa - signifique eso lo que signifique - cuando quiero aparentar una seguridad que quizás no siento.
Ahora me he comprado unas gafas. Que me sientan como una puñá pero me levantan el ánimo. De un color que me gusta y me alegra. Que creo dan un mensaje. Un poco como quiero ir por este camino, y me da un poco igual lo que piensen los demás.
Así somos. O así soy.
Y hablando de contradicción, me sigue sorprendiendo el paso del tiempo. Veo la jubilación de personas conocidas como la comentarista de gimnasia rítmica Paloma del Río (esa voz que nos ha acompañado durante mucho tiempo) como si no fueran conmigo. Como si el tiempo no pasara. Como si fuera en una cinta transportadora del aeropuerto pero en la dirección opuesta. Como si mis intereses tomaran una dirección y una velocidad, y yo otra. Y el tiempo y la vida, pasan.
Y es que nos aborda el miedo muchas veces. El temor a emprender lo que queremos hacer. El pánico quizás al ¿fracaso? ¿al rechazo? Ante pequeñas cosas, ante pequeños proyectos. Como esta newsletter. Ante la tentación de ampliar la difusión, asalta la duda, el miedo ante la posibilidad de quedarme sin temas, de no encontrar contenido, de perder la inspiración.
¿Recordáis los primeros días de colegio? Creo que es una sensación similar a esa vuelta de las vacaciones y ese comenzar de nuevo. Ese primer día de cole. Y tal vez el segundo. Y el tercero. Algo así como tirarse a la piscina. Sin pensarlo demasiado. Temerosa ante la sensación de frío y alegre ante la diversión. Un salto hacia delante cerrando los ojos y tapándome la nariz. Avanzando, saltando, sin querer sentir. Me reconozco en esa actitud.
Y entonces, llega la calma. Y la presencia. Y recuperamos la música de fondo. Y disfruto de nuevo de las luces. Y busco reflejos en los sitios más inesperados. Y me fijo en las sombras.
Buscando esos pequeños detalles que nos sorprenden a cada paso.
Feliz semana.
Me haces reír con algunas cosas que dices, Isabel, porque las vivo un poco de la misma forma que tú y pienso menos mal que no soy la única.
Soy una persona que le da muchas vueltas a las cosas. Tiene sus ventajas e inconvenientes, pero me doy cuenta de que no me puedo distraer tan fácilmente con todo lo que pasa a mi alrededor porque pierdo el foco de hacia donde quiero ir.
No dejes de escribir estas newsletter, lee e investiga sobre aquello que más te llame la atención y sigue.
Un abrazo.
Mucha contradicción, es verdad... pero me quedo con que vuelva la luz y la música, aunque sea tarde y
a destiempo... ¡Un abrazo, Sobe!