Como un bolígrafo de ocho colores
Cada etapa es como un nuevo capítulo de nuestra historia
Las páginas se van llenando. El folio (o la pantalla) en blanco ya no es un muro que no pueda saltar. Las palabras dibujan melodías, perfilan paisajes, sombrean historias. Aletean, constantes.
Lo que parecía un objetivo complejo se convierte en un bálsamo, en una vía de salida, un nuevo cauce, una compuerta que se abre, que convierte las ideas en mensajes, en historias, en escritos. Una nueva experiencia.
No sé si me cerebro está así más tranquilo. No sé si trabaja mi yo creativo. Pero me siento bien.
Coincidí hace unas semanas con una persona a la que no veía desde hacía tiempo. Me comentó que me veía más calmada, más valiente. Es curiosa la vanidad. Con tal de lograr conquistar a la persona que tenemos enfrente, somos capaces de obrar el milagro y mostrar una cara de éxito, de determinación, de voluntad. Y qué bien sienta.
Porque eres esa persona segura y decidida en ese instante. Y ves cómo sería. Y tal vez compruebas que no es tan difícil o que no está tan lejos de tu realidad.
La última vez que nos habíamos visto años atrás no fluyó la conversación. Sé que no me vio, sé que mi persona no estuvo presente en aquel encuentro. Mi figura de madre le aburrió, tal vez. Quizás echó de menos a la persona que era yo años antes.
Y, pensándolo bien, somos todo. Somos la madre que se sacrifica por sus hijos, la que parece abandonarse por un tiempo y sobrevive una etapa complicada, somos la niña que quiere saltar y reír y hacer locuras, somos la rebelde que no quiere ceder su espacio, somos la soñadora que quiere seguir creciendo, somos el ser diminuto que a veces querría esconderse tras el sofá y ser invisible, y la que quiere gritar de alegría cuando la ilusión aparece.
Somos todas ellas. Como un dragón de diez cabezas o como esos bolígrafos de colores que compramos con ilusión. Somos como un libro con diversas páginas. Con distintos capítulos. Y quizás estamos en uno de ellos en cada etapa.
El peligro que corremos es olvidar que no es necesario quedarse en el capítulo, que la historia avanza, que la vida seguirá pasando páginas. Independientemente de nosotras. A su ritmo. Implacable.
Y en ese pasar páginas tenemos la posibilidad de ir escribiendo nuestra propia historia, página a página, capítulo a capítulo. Podemos crear la historia que queramos, decidir los giros, los puntos de inflexión, los momentos de calma, los personajes. También un posible cambio dramático. O no tanto.
Porque somos una mezcla de todo. Y cada etapa del camino nos enseña y nos aporta.
PD: Gracias por estar al otro lado. Si te ha gustado, siéntete libre para compartirlo.
Tal cual. Cada paso que damos es fruto de nuestra decisión previa, que elige hacerlo en una dirección u otra. Así es la vida y hay que aprovecharla.
Gracias por tus reflexiones.
Bonita reflexión, Isabel. Me gusta la idea de que el destino forma parte del viaje personal; en lugar de dejarnos llevar, podemos interactuar con las cosas para crecer durante el viaje.