Hilvano proyectos con hilos de sueños. Colores brillantes en los días buenos, zonas de grises cuando la duda aparece. Destellos de purpurina.
El cuerpo me habla. Está viendo la salida. Es solo cuestión de escuchar, de atender, de aceptar.
Las letras, caprichosas, bailan en mi cerebro. Se estiran juguetonas, enlazándose unas con otras formando ideas que repiquetean en mi cerebro. Descansan por momentos, aletean en otros. Y yo paseo por las calles intentando darles sentido; intentando ordenarlas en párrafos confusos.
Ayer lo percibí.
O estos días.
Una ligera sensación. O mejor, una sensación de ligereza. Como de flotar.
Sentí cómo sería acercarme a la escritura. Qué sentiría, cómo hablaría mi cuerpo.
Estos meses, con esta newsletter, he sentido paz. He experimentado la diferencia entre hacer las cosas por placer o por obligación, porque se tienen que hacer.
He sentido cantarín el corazón, más ligero, más sereno. Y la cabeza más sensata, más tranquila.
Porque escribo y no me cuesta.
Escribo y me siento bien. Y hay alguien al otro lado. Tú, que estás leyendo esto. (Mil gracias).
Me acerca a un lugar propio. A mí, a quien soy. Y me permite soltar lastre.
¿Qué debo hacer para acercarme a ese objetivo? ¿Es realmente mi objetivo?
Hace tiempo soñaba con ello. Lo dejé, como tantos otros sueños. Ahora mi cuerpo se ha acercado. Sin pensar demasiado. Solo sintiendo ese cosquilleo. Me ha indicado el camino. Porque cada cosa que haces en el día a día, si estás un pelín despierta, te va dando señales de hacia dónde podría girar el camino. Hacia dónde podrías encaminar tus pasos.
Si te das la oportunidad de atisbar algo que te haga sentir bien. Y es que lo que nos hace sentir bien, nos engancha, nos da vida. Por tonto o a destiempo que te parezca.
Estoy escuchando mucho últimamente sobre reinvención, sobre segundas o terceras, o cuartas oportunidades. Tengo claro que muchas veces actuamos con piloto automático, sin plantearnos nada, sin cuestionarnos que tal vez esas vías por las que circulamos hace tiempo que han dejado de ser las nuestras. Pero ahí seguimos, como si no hubiera otra opción.
Y ser consciente de que cambiar eso es posible me parece el descubrimiento del siglo. Una posibilidad infinita que se abre y deja entrar un montón de aire fresco. Solo pensar en la posibilidad ya te libera. Ya aligera el peso.
Creo también que hay mucho de cultural en esta creencia de que nuestro destino está ya escrito. Creo que en España tenemos un elevado sentido del ridículo, del qué van a pensar.. cuando en otras sociedades se permiten la alegría de cambiar, de reconstruir, de empezar de nuevo, de hacer distinto. Incluso haciendo cosas totalmente diferentes o de “distinto nivel”.
Siempre recuerdo una frase de Clint Eastwood en Los puentes de Madison:
—“La mayoría de las personas temen el cambio, pero si lo ves como algo con lo que siempre puedes contar puede ser un consuelo. No hay muchas cosas con las que realmente puedas contar.”
Tiempos de cambio, tiempos de oportunidad, tiempo para respirar, tomar impulso. Sea escribiendo, aprendiendo algo nuevo, practicando eso -torpemente- que siempre te ha apetecido hacer.
Démonos la oportunidad de aprender cosas nuevas, de abordar nuevos retos, de soñar. Por qué no.
¿Y qué hay de ti? ¿Hay algo que te gustaría hacer y no has intentado? ¿Te vas a quedar realmente sin probarlo? Plantéate qué es eso que una parte de ti aún quiere hacer y date esa oportunidad.
Es posible que disfrutemos de la experiencia.
Escribir da claridad mental. Escribir y hacerlo público nos da alas.
Espero que esos plumones que van naciendo entre teclas te hagan volar.
Me encanta cómo lo haces.
Un fuerte abrazo.